Sin vender

En el centro de la ciudad, una tienda abre todos los días para ofrecer cartas y poemas a las personas, que abstemios de encanto o dulzura, recobran en las palabras sublimes, el respiro de ese aire mágico para el alma ahogada.

Un día, se instala una nueva tienda justo en frente de la calle, ofrece productos novedosos que prometen resolver casi cualquier problema. No consigue mucha clientela los primeros días, los estantes están llenos e inmóviles frente al constante flujo de movimiento de los transeúntes.

El encargado de la tienda, decide visitar la humilde estancia de los libros, las cartas y los versos, donde incluso le fue muy difícil llegar hasta el mostrador por la cantidad de clientes. Habla con una damisela celeste, delgada y muy jovial, para conocer el secreto de su éxito.

Sin mucha dilación, la dueña de las palabras le dice que sus clientes; siempre la han visitado desde que era niña y acompañaba a su abuela a cuidar la tienda, no hubo día en que no quedase libro sin ser leído, y corazón que no se haya engrandecido por la sabiduría de otras épocas.

El hombre se puso triste, no tuvo remedio, al año cerró la tienda del progreso. Y entendió que hay cosas más importantes para las personas, necesidades inexplicables, que surgen en el interior y que nunca desaparecen.

En este momento, el lector descubre que cuando aparece la necesidad correcta, no hay necesidad de vender.